
Por: Juan Pablo Cuello Diaz
No estaba muy alejado de la realidad el autor de la canción La Ceiba del Puerto, Camilo Namen, cuando afloraba su pesadumbre por la extinción de un árbol y transmitía en uno de sus versos: “Lo que, sí me dio sentimiento y con sentimiento lloré, fue que se cayó la ceiba del puerto, la que fue testigo de hace tiempo de las travesuras de mi niñez”.
¿Qué puede representar un árbol para un ser humano o para una población en general?
Y es que no me estoy refiriendo únicamente a los beneficios que este puede llegar a producir, entre los cuales se pueden mencionar: la producción de oxígeno, la regulación del clima, la conservación de la biodiversidad, el ciclo del agua, la prevención de la erosión, la purificación del aire, su valor como icono cultural, el bienestar mental, el legado para las futuras generaciones, el sustento de vida, la regulación de los ecosistemas y la creación de recursos para la vida. También hablo de la conexión y el arraigo que puede generar con la comunidad, de las vivencias y recuerdos que se desprenden de él.
No existe en la actualidad en Valledupar un censo real que cuantifique y determine el número de árboles que hay en nuestro territorio. Lo que sí se conoce es la cantidad promedio de los que han sido talados en los proyectos de infraestructura ejecutados en los últimos años en la ciudad. Entre los casos más relevantes se pueden destacar:
- Por lo menos 15 árboles de caucho en la construcción de la Avenida Simón Bolívar realizada por el SIVA en 2015.
- Cinco árboles de caucho en el Centro Cultural de la Música Vallenata.
- La autorización por parte de Corpocesar para la tala de más de 174 árboles adultos de diferentes especies, con edades entre 10 y más de 50 años, en las cuatro obras adelantadas en el lote del Inspetcam.
- En la Galería Popular, la desaparición de 11 árboles de diferentes especies.
- En la actual obra que se adelanta en la Avenida Simón Bolívar ya se han talado varios árboles de caucho en distintos puntos de la ciudad, sin conocerse aún el número total que será deforestado.
Pareciera que cada proyecto de infraestructura lleva de la mano, de manera casi obligatoria, la tala de árboles. Prima la posibilidad de los comerciantes de vender sus productos o mejorar la visibilidad de sus negocios por encima del bienestar general. ¿Dónde están las entidades como Corpocesar estableciendo límites? No existe una regulación clara a los contratistas ni a las entidades territoriales, lo que permite que se abuse del poder y se manipule el arbolado urbano a conveniencia.
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Somos la primera generación que siente los efectos del cambio climático y la última que puede hacer algo al respecto. Invito a todos los actores del municipio a generar acciones para proteger nuestra riqueza natural. No se trata solo de sembrar, sino también de cuidar los árboles que actualmente existen. Cada vez que se tala uno, se pierde un conjunto ecosistémico indispensable para la vida. Las entidades que regulan el accionar de la comunidad deben convertirse en ejemplo para todos los habitantes.